El destino nos puso en el mismo camino, empezamos a salir y parecía que nos conocíamos de toda la vida, pasábamos mucho tiempo juntos, pero un día supe que quería pasar el resto de mi vida con ella.

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Una noche inolvidable elegí el lugar perfecto, frente a la luz de las velas, el sonido del piano y en lo más alto de la capital.

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Me arrodillé, la miré y le dije:

¿Quieres ser mi esposa?

Y es así que después de casi 8 años compartidos en los que no hemos podido ser más felices tomamos la decisión

¡Que nos casamos!

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Vamos a celebrarlo en una pequeña gran fiesta mexicana con todas las medidas de sanidad.

Será un honor para nosotros que nos acompañen en el día más feliz de nuestras vidas